domingo, 5 de julio de 2020

Enredado y sin atajos hacia el futuro

Francisco recibe cada una de sus mañanas con la consigna de resolver los pequeños desafíos que puedan presentarse; sin forzar nada, sin arriesgar nuevas formas, solo con las herramientas que su aparente destino le ha impuesto para salir airoso, con victorias rutinarias y carentes de gran reconocimiento.

Genera limitados contactos con su entorno; mantiene interacciones diminutas con sus seres queridos; charlas poco profundas con sus progenitores, de contenido casi pautado, sesgado por las consecuencias de una infancia distante y una adolescencia con grandes altibajos, en la que siempre priorizó su satisfacción más próxima, porque aquello que podría haberle sido más redituable en su formación humana y profesional, no estuvo cerca de su visión ni de su análisis.

Atrae para sí pequeñas miradas de quienes buscan en él algo así como un modelo, y expulsa otras, consciente o insconscientemente, de aquellos que dejaron de admirarlo o, simplemente, de prestarle atención a sus pasos porque habían cosas y temas más relevante de qué ocuparse, o porque sus adelantos no fueron tan llamativos, deseados o deseables.

Atrajo también buenos comentarios por decisiones que tomó; por logros alcanzados en el plano familiar, laboral, educativo, profesional; y no tan buenos comentarios o siquiera comentario alguno debido quizá a su detenimiento o permanencia sin cambios en su faz personal más íntima, o en su intención de hacer grandes cosas y ser elogiado por tales.

Y ahora, Francisco, sigue armando revuelos propios, introspectivos, que no detienen la pandemia en el globo, ni sacan economías adelante; pero los continúa creando en su interior, porque los necesita para revolver (en) su ser y hallar respuestas y propuestas para abrir el día siguiente con nuevos proyectos, o con las mismas consignas, pero retocadas para que luzcan novedosas y le permita, ese disfraz, creer que su día será diferente, levemente distinto que el anterior, pero no tanto, ojo, no sea cosa que esa diferencia irreconocible lo saque de su espacio de confort, desde el cual puede únicamente desarrollarse sin ser una carga demasiado pesada para los demás, sean estos próximos o lejanos, y para que estos puedan también seguir desarrollando un cariño tal que los movilice a seguir aceptándolo con sus rarezas, sin rechazarlo al final de cuentas ni dejarlo librado a su suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario