lunes, 1 de agosto de 2011

Me parece demasiado claro...

...que algo importante se está gestando a nivel nacional, y aún no en el plano provincial, mucho menos en la esfera municipal, respecto del resultado de las urnas en Santa Fe y en la ciudad autónoma de Buenos Aires (o CABA, si prefieren las siglas), y lo que hace un año a esta parte algunos -como yo-, creíamos casi impensable.

No deja de sorprenderme la decisión de una enorme masa de santafesinos, quienes brindaron su apoyo a Miguel del Sel, en lugar de hacerlo, según yo estimaba, al candidato kirchnerista, Agustín Rossi.

Hoy, la provincia de Mendoza recibió a Hermes Binner, candidato socialista a presidente, quien, desde su discurso, sostiene un perfil moderado, con palabras simples y en tono bajo, lejos del grito y la prepotencia de muchos funcionarios provinciales y nacionales de la faz oficialista; aclaro, mi gusto o preferencia electoral se encuentra más cerca de la actual conducción nacional, pero muy lejos de las últimas expresiones y desempeños políticos que he podido observar en candidatos locales y nacionales del Frente para la Victoria.

Por estas horas, pienso que la victoria de ese frente se encuentra empantanada y dudo del paso del huracán "K" en todo el país, arrasando conciencias y pareceres, porque no sólo algunos escándalos mediáticos han perjudicado mucho la imagen del gobierno nacional, sino también, y peor aún, una forma de hacer política a costa de todo. Nadie descree -creo- del beneficio que aporta el contar con un programa como: "Pescado para todos", o también: "Garrafa para todos" y "Carne para todos", pero me moviliza y pica en la piel la pregunta del porqué de la prepotencia del Secretario de Comercio para con ciertas empresas; las inexactitudes del tan mentado INDEC, acerca de índices y precios que los argentinos pagamos; la escasa adhesión que plantea el que existan planes sociales que aportan dinero en efectivo en mano de jefes de hogar sin una debida contra-prestación que estimule un mayor compromiso de los padres respecto, por ejemplo, de la educación de sus hijos; la creación de una masa de argentinos cooptados por un estilo que los define en una categoría (punteros, militantes, entre otros términos), que -a mi juicio-, que menoscaba su autoestima, anula una identidad propia al generar una identida única, aunada a una manera de hacer las cosas, y que socaba la propia confianza en generar trabajo o pensamiento individual o/y colectivo alternativo.

La exitosa política de concientización, pensamiento y aplicación de la ley en materia de Derechos Humanos, que ha caracterizado a la gestión Kirchner desde 2003, ubica a la Argentina en el primer lugar, sostienen algunos investigadores de esta época, entre los países de latinoamérica, y en sitios destacados a nivel mundial; pero es una política que ha sabido realzar la figura de grandes personalidades, por sobre el destino final de la misma, sin dudas loable; y es una política focalizada en discursos continuos que colman segundos y minutos televisivos, que ha agotado a muchas mentes abiertas, que, en charlas de amigos y programas de televisión, apoyaban fervientemente todo discurso y acto público.

Hoy, 6,7,8 no es -para mi gusto y criterio- el programa político de cabecera, como solía serlo, porque ha dispuesto en su agenda temas sesgados de discusión. Una publicación que respeto: Le monde diplomatique, ha puesto en el tapete, en varios números, los errores del modelo, la enmarejada en la que cae y da, no obstante, las sugerencias que el oficialismo debiera notar, pero que no lo hace por un orgullo que roza la soberbia. 

Amigos, casi familiares y conocidos kirchneristas, auto-reconocidos como tales: ustedes saben de mi apoyo rotundo al inicio y formación de este proceso; he votado esta gestión en su inicio, allá en 2003, y luego en 2007; he apoyado este estilo desde mi discurso entre amigos, colegas en la escuela, compañeros de trabajo, hasta en tareas puntuales, como el mismo Censo 2010. Porque creí ciegamente en este modelo, y me tapaba los oídos al oír las críticas, muchas veces, infundadas. Sin embargo, he llegado a un punto en que me encuentro fuera de lugar, desenfocado, melancólico incluso diría, si pienso en lo que soñaba que este proceso iba a significar para mi querido país.  

Ojo, tampoco la tontera: mi voto no va a andar cerca de las filas de Duhalde, ni de nuestro vecino "puntano", mucho menos del radicalismo que tan poco (o tampoco) motiva; mi voto irá al oficialismo, pero uno distinto de éste, del actual, y ese cambio espero constatarlo desde ahora en más, o me sentiré muy tentado a intentar dar una oportunidad a quienes en su provincia han hecho una gestión singular y se lanzan ahora a la conquista de una Argentina "sin discursos crispados", "de menos blancos y negros" y de políticas más transparentes.