viernes, 29 de octubre de 2010

Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos?

Con la muerte de Néstor Kirchner queda atrás una etapa de nuestra historia, pero ¿cuál exactamente? Las horas de imágenes cargadas de dramatismo, dolor sincero y demostraciones de afecto, dan cuenta de una porción muy importante de nuestra población con deseos de hacerle llegar a nuestra presidenta su cariño, su clara señal de acompañamiento; desde el exterior, mandatarios viajaron para estar acá, junto a ella, y decirle al pueblo argentino quién es o era para el resto del continente este ex-presidente, o mejor, qué representaba en el marco de una comunidad internacional ávida de consensos, acuerdos y menos enfrentamientos entre hermanos.

Pero, ¿qué sigue ahora? Quienes abrigamos aún esperanzas de que Cristina Fernández se recupere pronto y para bien de todos, o casi todos, también añoramos el surgimiento de una nueva mujer, de una presidenta con la misma fuerza y valor, pero que busque consenso en la reformulación de una patria menos dividida en facciones, y sí más unida en la búsqueda de horizontes de redistribución controlada de los ingresos, asignaciones universales con mayor apuntalamiento en la calidad educativa, es decir, que los padres de nuestros niños y adolescentes reciban ese aporte fundamental de dinero, pero que éstos sean parte en la obtención de mejores niveles de rendimiento, mayor respeto por el docente e instituciones donde alumnos y profesores están contenidos, y desde las cuales ambos son parte constitutiva junto a los adultos en los hogares.

¿Quién puede estar en contra de que nuestros niños y jóvenes puedan salir adelante gracias a esa asignación? Y, sin embargo, existen quienes, con razón o sin ella, consideran que es un regalo que éstos no aprecian cuando se los ve abandonados a su suerte en las aulas, o perdidos en las calles. U otros, que hasta se animan a vaticinar el peor de los futuros para un país que fomenta, dicen, la vagancia por encima del valor del trabajo y el esfuerzo.

Y ahora, ¿quién podrá ayudarnos? Solos creo que podemos, pero debemos insitir en escuchar al otro sin gritarle o desmerecerlo por su opinión; deberíamos ser capaces de tolerar a un Cobos, a pesar de permanecer dentro de una estructura de la cual él reniega y desconoce, según creo apreciar de sus comentarios. Lo que daría por que nuestra presidenta pudiera leer y re-confirmar de otro como yo, que somos muchos los que esperamos que deje boquiabiertos a tantos que imaginan lo peor y más triste para los argentinos; que somos tantos los que esperamos de ella menos confrontación continua y más apoyo en líderes de opinión, intelectuales, críticos, con fuerte impronta en la introducción de mejoras de manera paulatina, con transparencia de gestión de recursos, con equidad en la distribución de responsabilidades de nuestro pasado cercano y presente inmediato; con mayor presencia de funcionarios honestos, menos altaneros, más abiertos a la crítica; pero sin resignar lo obtenido en materia de asignaciones destinadas a los más necesitados, buscando en éstos no la cooptación y miedo o resentimiento hacia lo otro y distinto, sino creando en ellos conciencia de que lo que reciben es un derecho social que deberán sostener más allá del color de bandera, y siempre en paz, con tolerancia y respeto.